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El hambre, las deudas,
miseria, bolsillos,
carteras, estómagos
vacíos lo son:
reflejo del signo
del tiempo de vida,
la muerte del vivo.
Reímos, lloramos,
estruendo rugimos
vacíos los cuerpos
inanes vestidos,
las almas perdidas
buscan un destino.
Desastre perpetuo
colgado de luces de fiesta
—perenne anunciada debacle—
de la bolas que chocan
colores que ruedan, se paran, se cascan
y cambian por otros.
Por otros en otra partida
con toque del taco en la bola
que rueda en colores pintada,
pintada y pagada de sí.
Sí. De sí misma.
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