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En esta calurosa madrugada
con la tímida brisa, con el rítmico grillo
y el ruido de los coches
regala la paloma
su arrullo cadencioso.
Me tiene postergado la sombra con su luto,
en mi labio callado
se canda el pensamiento,
aprieto entre mis manos
sortílego tu nombre.
Se enciende la alborada
con triso de gorriones lastimero,
su canto se ha expandido por las calles
como un Sol regalando sus fulgores.
El bestiario comienza así su lunes
con un coro de mil amaneceres
replegándose el manto de la noche,
estirando la sábana del día.
Encierro entre mis puños
vocal y consonante
que escriben la rúbrica
que ya olvidó mi mente.
El día se despierta del letargo
que regaló la noche
con su ciega penumbra
entre erguidos fanales
alumbrando la umbría
y la pajarería
acallando tu nombre.