Te conocí velando aquella dalia,
sonreí conviniendo satisfecho
que eras una excelente jardinera
y a la raíz cuidabas con provecho.
Enigmáticamente tú mostrabas
interés y bondad con todo lo hecho,
que todavía queda en este mundo
personas que andan con el pie derecho.
Quise mirar igual que mira el hombre,
no quedé, lo confieso, satisfecho,
y te pude mirar, mirar sincera-
mente lo juro a descubierto pecho.
A diario tú cuidando del jardín
con esmero roturas el barbecho,
ordenas primorosa cepellones
bajo el cielo que pinta azul tu techo.
Las semillas que plantas con tus manos,
el cribado acabado en el ahecho
separando rastrojos de los granos
con afán desmenuzas el afrecho.
Pero el tiempo desliza suavemente
el efecto que luengo hará el portrecho
distanciando los cuerpos y las almas
como la viña sin un candelecho.
Es ahora que veo muy distante
que lo dado y tenido está deshecho,
que nunca bello yo veré el vergel
ya que el afecto queda muy contrecho.
La distancia separa los caminos,
quiero que no lo tomes esto a pecho:
la verdad con que verso las palabras,
que nunca son el fruto del despecho.
Yo deseo que cuides tus jardines,
que sus jugos te den el buen provecho
y que el camino que andas se termine
germinando dulzuras todo lo hecho.
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