Sin faro que a un puerto me guie
navego el mar
alejado de la costa
con la vela trizada en mil jirones
soportando oleaje y tempestades.
Sin mástil que nada sujete
confundo el horizonte con las nubes,
con lluvia golpeando los relojes
sorteo el bravo mar enfurecido
sin sirena que guíe a alguna parte.
Los peces se refugian en abismos,
las aves se escondieron,
se han cumplido las leyes de los mares
y me dirijo solitario
a ese fondo con todo lo que esconde.
En mi barco la proa se levanta
sin espolón,
sin el estribo que a algo me sujete
continuamente esvaro
sin vista ni horizonte.
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