En el banco esperando se ha sentado
a que sea ya la hora, la precisa, la justa,
la que escrita quedó del destino en el libro.
Se queda con los ojos entornados
en señal de respeto, se conduele.
Al llegar el momento comienza a escribir,
en sus notas, anécdotas
del día en su libreta.
Hoy pensé en ella,
un día vendrá a acompañarme,
como siempre convoya,
cobrando el caro precio de la vida.
Parca, nítidamente yo te vi,
confieso que he quedado conmovido.
Fui consciente de ti, mi ser te vio,
mi alma me abandonó por un segundo,
el alma se escapó del triste cuerpo...
Asustados se abrieron los luceros,
escapé, regresé, temeroso a la vida.
La conciencia la tuve, del final.
Un día tú vendrás y no podré decir que no.