El ojo de la luna nos observa
como un sol que alto está oteando,
como dulce pruna que se escurre entre
los dientes y en los labios se derrite,
cayendo en la garganta la miel y el aguardiente.
El ojo en alto todo lo que mira
lo predijo en el cielo.
Ella tan nívea,
estática en su mundo,
nevada con el cráter y la tierra.
El ojo que es un sol y es un lucero,
es lámpara de noche con estrellas;
aun sin ellas se erige majestuosa
vestida con el nácar de las perlas.
Es un Sol dando vueltas, lucero que no quema,
que agita las mareas,
que se engalana con estrellas.
Es un abril, es primavera,
es un estío, es un otoño,
es el invierno que no hiela.
Es la palanca que abre nuestros sueños
y sendas si se llena.
¡Qué bonita es la luna en primavera!
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