Un hálito brevísimo ciega el corto halago,
no se descifra en los ávidos soles
la intriga que conozca,
sin temor, que sucede detrás
de fachada con puerta sin manilla.
Sin esperarlo te marchaste.
Corriendo cruzas mil portales
a tu rincón.
Allí el poeta no podrá versarte.
Ansían de mil maneras,
sueñan, mis dedos cada perfil trazado al torso.
De la caligrafía callada en la garganta
se evadía tu regazo.
En cada tímido paso escribía
garabatos en tu pelo.
Deshaciendo los rizos de ceguera te espero.
El verso de tu ausencia en un lacio acerbo trago.
Septiembre 2024