de la curva que equilibra tu figura,
dibujando el firmamento en tu vanguardia
un quebrado reflejo sin nosotros.
Has embebido, urgiendo los labios,
un veneno escondido en mis manos.
Igual que un frío invierno,
he vuelto a sentir la abulia
que se clava en nuestros ojos
con trazos torcidos de entrañas
que se escabullen, como un pez,
al lecho que oculta el deseo.
Entre el ser y la nada
hay un espacio vacío
en el que se encuentran
las frías miradas que cortan el tiempo
en dos o en tres miajas.
Observo los descalzos pies
con fe subiendo la montaña
que separa en dos nuestra ventana.
Nunca germinarán de las palabras
Observo los descalzos pies
con fe subiendo la montaña
que separa en dos nuestra ventana.
Nunca germinarán de las palabras
que esconden las gargantas
nuestros besos en la almohada.