Vuelven los días congraciados con el destino
sonriendo con los azules designios, dádivas,
mientras mis pasos marcan en el sendero
un camino nuevo con las primeras sombras
en una jornada de sosiegos, evocaciones.
Nadie transita por las amplias avenidas
y las calles con recovecos y amplios jardines;
solo el silencio lo interrumpen quienes
acabaron las últimas pócimas, brebajes.
Aurigas que respiran humos, incensarios,
se deslizan en el asfalto rompiendo el tiempo.
Si se pierde cada instante ¿cómo el recuerdo
nos anuda a un presente pasado? Memoria.
Cada paso, cada acera, en cada movimiento
congratula el instante preciso que calmo
va diluyéndose en las huellas que acarician
rutas, sendas, veredas, disolviéndose
el reloj, tic-tac, que surca el espacio. Sueños.
Leerlo ha producido un efecto sorprendente, es sosegante desde el primer verso que por sí sólo merecer ser escrito en las paredes de la ciudad para que todos lo lean...
ResponderEliminarEs cierto, recuerdo que cuando la escribí tenía esa sensación de sosiego, de calma.
EliminarUn placer tenerte por aquí Pepe.
Un abrazo.
Concentras toda una vida. Cada día es un día nuevo y debemos tener presente la memoria para saber seguir caminando en busca de sueños!!!! Me encanta, muy bueno. Un abrazo!!
ResponderEliminarUna vida, la nuestra, que es un camino, donde los sueños y la memoria nunca deben faltar.
EliminarUn abrazo Ana.