Perentorio lo es más el deber que el deseo.
No apagamos las luces por placer,
solo trenzando se hace y se deshace,
igual que la pintura en lienzo inmaculado.
Sin el arrojo,
traerán las pulsiones remolinos del mar;
a su fondo seremos absorbidos;
en la escalada caeremos
de la vorágine del desconcierto.
Las debidas tomar las decisiones
no solo lo querido,
es un acto de fe,
es autoestima cierta,
amar la vida,
la voluntad fortalecer
y la rutina nunca perpetuarla.
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