Entre opados y caros aderezos
que ornamentan diademas de las piérides
tímidos relumbran de los astros los fulgores.
Se arquean en el cielo dibujando intermitencias
que se disuelve en la espesura de la sombra.
Con la luna por bandera,
con la estrella de estandarte,
sin escudo y sin coraza,
recuerdo cada letra de tu alias todavía
con la espada del cometa.
Como un rito ancestral establecido
que se guarda en la memoria de la tribu
y se celebra fervorosamente,
destellean consonantes y vocales de tu epígrafe
trascendiendo lo mortal a lo infinito.
Es un eco tu recuerdo que se enciende y se reitera en la memoria
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