Ágil subigüela vuela.
Diosa y reina de los campos
dona arvense melodía
y me cela.
Baña mi vista una lágrima,
mengua la llama de mi alma
que no le alcanza. Me ignora,
me desahucia.
Vuela el mundo su planeo.
Fija mi vista su vuelo,
ella busca su Parnaso.
Yo me duelo.
Observo que marcha lejos,
vuelvo tras todos los pasos
que di borrando las huellas
del camino.
Es el fin de mi destino
soledad que me convoya,
veleidad de ser montaña
siendo arena.
Cercana está de la Luz.
Solo un pobre ciego soy
que nunca verá tan bello
Firmamento.
© Joan Francesc Vivancos Gallego
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