Sudan cal de la celda sus paredes
con barrotes forjados en el hierro,
delimita la Muerte el vil destierro
en el Tártaro ingrato en negras redes.
Cualesquier visitantes que lo habitan
no parece importarles sus cadenas,
asumieron cumplir en su condenas
los castigos que en vida se ameritan.
Arraigado en la tierra tan baldía
el vetusto olivar perdurará
con la pluvia saciándole la sed.
Vigilante atalaya noche y día,
con su sombra el olivo quedará
oteando a la Parca con su red.
Me gustó mucho, pero he de decir, que el primer verso, no. Disculpa mi atrevimiento.
ResponderEliminarUn beso, Joan.
Me alegra que te haya gustado y siempre hay la certeza de que lo que hacemos guste o no, ese es el juego del riesgo.
ResponderEliminarSiempre lo que hago es más que mejorable. De eso no me cabe duda alguna.
Un beso Yayone.