Como
tallos verdes,
como
mordisquitos de hormigas,
como
seda que roza
la
piel como nubes
el
firmamento,
son
tus besos
tan
pequeños
como
pidiendo permiso,
tan
frágiles
tan excelsos,
tan tiernos.
Como
se aprietan
a
la tierra
excavando
bajo el suelo
tan astutos,
tan
traviesos
moviéndose
al son de la brisa
mirando
atardeceres
que
se esconden
y
así van creciendo.
Interrumpes
mi descanso
con
tu sonrisa
de
oreja a oreja
y
con desgana me despierto,
y
te miro,
te
observo,
te
bendigo casi maldiciendo
y
cedo
a tus brincos
en
la cama,
parece
que se te lleva el viento,
y
el diablo sale de mis huesos
abriendo
mis ojos
los
poros de la piel
y
con abrazos te deshueso.
Tintinean
los abriles,
los
martes con los jueves,
apretando
fuerte o casi suave
acariciando
en la arena
olas,
espumas
y saliva,
los
dientes y los labios,
y
así va pasando el tiempo.
Me
abrazas y me duermo.
Como
hormiguitas
tus
mordiscos
son
la antesala
del
deseo.
Subes
y bajas,
te
mueves y te paras
cayendo
desde el Cielo,
mientras
planto más adentro
los
tallos verdes
que
germinan de marzo a febrero.
Ni
hay lunes ni días,
ni
Sol que luzca en este entierro
que
va alimentando
el
rico estiércol.
Donde
había hambre
queda
después
de
los banquetes
los
mordidos restos,
y
como mármoles
caemos
en un tenue sueño.
Ahora
soy yo
quien
te despierto.
Precioso poema, Joan¡
ResponderEliminarMuchas gracias Clara.
ResponderEliminarHay demoras que no admiten disculpas, sorry!!
Un beso
Lindísimo
ResponderEliminarMuchas gracias Flora.
Eliminar