08 mayo 2014

JACK AND DIANE






"Gray no está seguro si quiere hacer un romance tintado de fantasía o un festival sangriento hiper-sexualizado (termina por no hacer ninguno de los dos)" 


Mark Olsen: Los Angeles Times


He de confesar que a mí si que me gustó esta película que trata de dos de los temas más socorridos del cine: el amor y la licantropía.

La historia no es nada novedosa: una chica dulce, tímida, que parece que acaba de salir de una casita de muñecas conoce a una chica malota, con pinta de dura, ruda. A partir de ahí cualquier parecido con la realidad puede ser una mera coincidencia o una mera concesión a los sentidos. 

La película sigue, a mi modo de ver, la estela de otras películas que han descrito el despertar sexual con resultados dispares (recordemos, al azar, «El lago azul», «El último tango en París»  o «Belle Epoque»). La originalidad de la película estriba en que el foco de esta aparente sencilla historia de amor entre dos jóvenes tiene una complicación que marcará el destino del romance; una de las protagonistas despierta a la bestia que lleva dentro cuando siente el latido de la sexualidad, del deseo carnal. La opción de la joven no será otro que esconder su secreto y huir, no solo en un sentido metafórico.

Una de las grandezas de la película es la casi nula concesión a lo explícito cuando surge la bestia, dejando en manos del espectador la elección entre el interés por recorrer cada milímetro en cada fotograma cuando la loba se anuncia para, así, tener esa imagen distorsionada que tenemos de nosotros mismos y de los demás o, por contra, dejarnos caer en manos de lo onírico para intentar comprender que es lo que tenemos a la vista y que, con dispar fortuna, procesamos en nuestro interior. Ese querer y no poder, en contra de lo que parezca, tiene consecuencias, y a más de uno le dejará con un amargo sabor de boca si esperaba ver una mujer-lobo al modo en que las películas del género caracteriza a estos míticos seres.

Parecida reflexión podríamos hacer si alguien espera ver a la Schneider (quien no fingió las lágrimas cuando fue sodomizada por Brando y que, a la postre, acabó en un psiquiátrico) y al canalla de Marlon Brandon usando mantequilla como lubricante para satisfacer sus apetitos, su instinto más básico: la dominación sin contemplaciones, sin guiones ni dictados, vejando a una incipiente actriz apasionada.

La historia de ambas jóvenes (Riley Keogh en el papel de Jack y Juno Temple en el papel de Diane), por contra, tiene sus fases bien delimitadas no saliéndose del guión de lo que todos ya sabemos. Es en la simpleza, y en cierto tacto o pudor, donde toda la crudeza y la dureza de una historia que prometía ser anodina encuentra un clímax de una carga emocional tal que golpea cada uno de los resortes de una relación que empieza y no se sabe cuando ni como va a acabar. El descubrimiento del alter ego, de Hyde, del animal que lleva dentro una de las novias con todas las consecuencias fruto de sus actos irracionales, animales, es lo que proporciona, también, dramatismo a la cinta. La caracterización de las dos amantes es sencillamente impecable, otorgando un punto de realismo notable a unos personajes que nos resultan cercanos y compresibles. 

Quienes piensen que esta cinta versa sobre el amor ingenuo, llorón y adolescente van errados. Tampoco se nos describe las corredurías de unas jovenzuelas en edad de merecer a lo "belle epoque"

La madurez de la propuesta del film se entiende al final cuando todo lo que acaece desde el planteamiento se anuda de tal manera que lo sensato, lo racional, se sobrepone a la oscuridad que los sentimientos, a veces, tienen para nosotros mismos y los demás. 

Aunque el lobo es fiero... el ser humano lo es más.







2 comentarios:

  1. Anónimo23:33

    Me encanto esta reflexión. Concuerdo. Me alegra no ser la única que piensa que esta cinta es muy buena. Saludos!

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