Es bello el Sol de octubre a mediodía
amable igual que el beso del amante
al despedirse, sin mirar atrás,
que alimenta el misterio de otro encuentro.
Es bonita la otoñada soleada de Madrid
que al comenzar octubre nos regala
su cálido mantel que se extiende enigmático
como un suave rocío que lagrima
al despertarse la menuda flor.
Es agradable pasear las calles
y los parques con este altivo Sol
amantando la sombra de los pasos
y al cuerpo que camina las aceras
mirando, de reojo, los balcones
donde tiende su ajuar el vecindario.
Con gritos juegan niños en el patio
recreando sus sueños fantasiosos,
y de amores la moza languidece
en un banco tecleando y suspirando.
El médico que cruza por la calle
le receta un silbido al gorrión apacible
que pía, desde un árbol, buscando compañía
y aletea impaciente y abandona su nido.
Es espléndido el Sol otoñal de Madrid,
es un espejo que reflecta la verdad,
o la incógnita despeja que medita la memoria
difuminándose la nube de la umbría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario