A J.O.
Andando cada noche a la parada
dejando atrás la aceda melodía
que te hubo preparado el mediodía
para jornada por ti programada.
Urgentemente rebuscas tus cosas
cuando, de pronto, te lo has recordado,
lo que este día te había guardado,
guardado de maneras primorosas.
Es igual que un tupido prado verde
el que demora tu regreso a casa.
¿Quién ha osado pararte los relojes?
Yo buscaría a alguien que me recuerde
si con ruedas la glauca guagua pasa
y así, vecina mía, no te enojes.
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