El viento vira, cincela
un nuevo rizo en la marea,
de soslayo el leve guante
acaricia la arboleda y rechinan
mil hervores chocando en la rompiente.
Se volvió la vista cansada
al inquieto mar de obsesiva cadencia,
se atisba que traza el horizonte
la frontera con las nubes.
Se dibujó el Sol sobre las olas
en tatuaje de luz.
Puntillosos luceros venían e iban,
titilaban, se mostraban, se escondían
y reiteraban en un baile sutil
su leve timidez.
El alma vuelve fortalecida
a la mar y se sumerge la memoria,
en liso y largo silencio se esfuma.
Shhh...que nadie distraiga ese hermoso silencio.
ResponderEliminarBesos.
Bien dicho Yayone
EliminarShhhhhh
Maravilla calma nos muestras en este mar. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias María del Carmen. Un abrazo
Eliminar