con
los sentidos vacíos mientras
veía
la mirada que
al Cielo unía
del alma los hilos.
Un
trasiego, un
ir y venir
de pechos y espaldas con aromas de niñez,
de pechos y espaldas con aromas de niñez,
de
botica de pueblo,
mientras
pensaba y
divagaba con
colores rojos,
con
colores de plata que
agujereaban los
perfumes
de
rosas de rocío de
la mañana.
Caía
el atardecer,
se
abatían las
ventanas y
corría hacia la oscuridad.
¿Quién
cerraba las cancelas?
¿Quién
me quitaba el vigor?
¿Quién
techaba de hormigas
mis
caricias y mis abrazos?
¿Dónde
iban mis pensamientos y mis recuerdos?
Alguien
me abanicaba el
pecho solícita
con
la sonrisa sabia, indulgente,
y mis
pecados en
el suelo y mis
fugas
y mis miedos sorbían vientos: resuello de ángeles caídos.
y mis miedos sorbían vientos: resuello de ángeles caídos.
Y
en mi oscuro firmamento ansiaba
comerme los
pétalos
que en el Cielo tocaban otros.
Cruel
destino, estéril desierto
que me hundía hacia el centro del averno en mil arenas
que me hundía hacia el centro del averno en mil arenas
que
me arrancaban del
esplendente Sol.
Quería
ser jilguero, volar
entre tus nubes
y
entre tus pensamientos aletear.
¿Dónde encontraría un
rumbo?
¿Dónde acabaré exánime?
¿En
qué osario o
en que tártaro?
En
el manantial de
los deseos
beben mis labios el tósigo más cruel.
beben mis labios el tósigo más cruel.
perfecto y precioso, como siempre hermano
ResponderEliminarMuchas gracias. Lo cierto es que aún está inacabado, hay que meterle la goma de borrar y las tijeras.
EliminarInteresante trabajo... las preguntas son el motor de la mente, el arañazo en el corazón, la manifestación de una sed que a veces encuentra en ellas consuelo.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Reme.
Un poema fruto de un colapso. De esos que se nos presentan de vez en cuando, y nos hace preguntarnos el sentido, tanto de las cosas como de nosotros mismos.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un beso Reme.