Centenares se agolpan en riberas
tintadas de arrebol las amapolas,
su desdén ha mutado en dulces olas.
Da su céfiro gratas primaveras.
Con donaire y pasión se contonean,
acarician el viento en aleluyas
hurtándonos las almas que hacen suyas.
Con el aire desnudas se pompean.
Incólume observando su primor,
declama mi mudez su realeza.
Delicias alimentan su candor.
Tan frágil y galante es su belleza
arrebolada de Sol. Y tan grácil
tímida es su beldad hecha tan fácil.
Precioso poema lleno de imágenes y sensaciones. muchas veces no somos capaces de apreciar tanta divinidad y grandeza que nos regala la naturaleza y tu la has logrado tranmitir esa inmensidad perfectamente en estas letras.Saludos buen amigo...
ResponderEliminarSiempre me han parecido sutiles las amapolas. Un buen puñado de ellas son para ti. Un saludo Angélica.
ResponderEliminarPrecioso soneto... perfecto trabajo, sonoro y cantarin... un placer leerte Joan.
ResponderEliminarUn beso.
Reme.
Muchas gracias Reme, en el proceso de aprendizaje las amapolas eran un buen motivo para loarlas. Siempre me han fascinado y les debía unas humildes letras.
EliminarUn beso
Como todo lo que escribes, me llega dentro. Precioso, Joan. Comparto con mucho gusto.
ResponderEliminarBeso en la distancia.
Muchas gracias Yayone. Tienes el don de decir y escribir aquello que toca dentro y dibuja, como ahora, una sonrisa.
EliminarBesos para ti.