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Entre eucaliptos paseo enfermo
asiendo fuerte
el pañuelo que tiño de roso.
Igual que la áspera
enfermedad que llena de sangre los moqueros,
yo lo que no debiera lo alimento.
Con la hoja en blanco enfrentado
a tu faz que me mira suspicaz, de reojo,
yo la retrato.
De mi púrpura tiño el mocador
de todo color enfermo.
Ruego que llame a la puerta mi hora
y me lleve a la tumba
enterrando conmigo mis vanos afectos.
Mientras espero
delante del cuadro,
veo salir de la fosa
un espectro, mi otro yo.
Rompo los espejos
para no verme,
levo el ancla,
marcho.
Deseo que me trague
un negro agujero
para escapar lejos
olvidando mi nombre.
Ahora veo el ocaso
teñido en rojo
como un lienzo
manchado de sangre.
Signos son los esputos de lo mucho
que aún te venero.
Julio 2014-Septiembre 2024-Febrero 2025
“fui tan diligente en mis deberes, escribí ni nombre en el corazón del laberinto mágico. Pero el polvo lo cabrío y no volví a hallarlo y solo el viento sabe dónde se encuentra, en el corazón del laberinto mágico” Neil Gaiman
ResponderEliminarNunca respondí, y debí hacerlo. Siempre das con las respuestas del laberinto mágico.
EliminarMe alegro que no te tragase el agujero, así puedo disfrutar de tus poemas.
ResponderEliminarTe lo agradezco Flora. Fue aquella una época en que había que tomar distancias, entre ellas, la del agujero negro.
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