Alauda

18 mayo 2014

Hace un año, un mes y un día


Hace uno año, un mes y un día que se fue. Murió en brazos de mi hermana Olalla y su recuerdo nos acompañará hasta que nosotros nos vayamos de este Mundo.

Hace unos días mi hermana Olalla me recordó el día exacto en que falleció (últimamente ando olvidadizo). Queda muy lejos el verano del 99 cuando la adopté o ella me adoptó a mí... No puedo escribir más esta introducción, me he puesto triste y solo me apetece llorarle en silencio. Os dejo lo que el 17 de abril de 2013, el día de su muerte, escribí a modo de obituario:



Adiós "Preciosa"

En el verano de 1999, de madrugada, nos la encontramos o mejor dicho, se nos acercó a unos colegas que estábamos divagando en la puerta del pub "Copas" en Mislata. Alguien entró corriendo y salió con un plato con leche y ella se puso a devorar aquello a lengüetazos (de todos es sabido que los canes beben así).

A regañadientes un amigo cargó con ella y conmigo en su coche, me la llevé a casa y la "adopté" aunque tal vez ella fue la que eligió la compañía.

Estuvo conmigo conviviendo durante dos años aproximadamente hasta que vine a Madrid, ella se quedó con mis padres unos meses hasta que mi hermana Olalla la llevó consigo y la instaló en su casa; un chalet adosado con tierra firme, un naranjo, un limonero, un granado y un olivo.

Al poco de estar conmigo una veterinaria le calculó que tenía entre tres o cuatro años, que había parido y que le habían quitado su camada (las señales de aquella violencia eran unos pezones mordidos recientemente y unas pesadillas que le conté que tenía cuando dormía por la noche; ella lloraba y gemía, y a mi se me helaba la sangre y el corazón cuando la oía entre las penumbras).

Enseguida se recuperó y, cuando más bonita estaba, se fue con mi hermana; es cuando más brillaba su pelo y cuando correteaba con alguna pelota en su boca buscándonos para que se la tiráramos y salir corriendo en pos de aquella.

Hace ya diez y años y unos meses que me separé de ella, la veía cada vez que iba a Valencia y me venía tranquilo porque estaba bien cuidada y en compañía. Mis padres todos los sábados le llevaban alguna cosa (arroz sobrante de alguna paella o cualquier manjar que ella esperaba religiosamente, y es que como todos sabéis los canes son animales de costumbres).

Ha visto nacer a mis sobrinos, los ha visto crecer y nunca perdió la mirada inteligente; una mirada que parecía que te sondeaba. Mientras escribo ésto me van viniendo imágenes, recuerdos, momentos y también la memoria de algunas de las personas que la conocieron.

Ya no puedo continuar, ya sabéis que soy dado a enrollarme y a reiterar lo muchas veces dicho. Hoy se ha ido muy querida entre los brazos de mi hermana Olalla quien le ha hecho el mayor homenaje. Siempre estará en mi memoria.

17 mayo 2014

Let the Right One In (Låt den rätte komma in)



Esta película sueca es una de las mejores en su género. En ella se conjuga lo inquietante del argumento con lo estético como soporte coherente de aquel (lo visual en el Cine es primordial, básico, es el esqueleto), y donde los diálogos son realmente jugosos rozando el lirismo en ocasiones. Los personajes están excelentemente caracterizados y la interpretación de los jóvenes protagonistas es muy, muy buena. (Ella, Lina Leandersson en el papel de Eli roza la excelencia por momentos; él, Kåre Hedebrant en el papel de Oskar confiere realismo a su personaje).

Este film está basado en una novela que tuvo un gran éxito y se aleja, como aquella, del vampirismo adolescente y naif de la saga Crepúsculo, referencia ésta obligada en las historias de los hijos de la noche mal que nos pese. (De la saga del triunvirato emocional entre una humana, un vampiro y hombre lobo, pocas cosas en lo cinematográfico pueden ser salvadas. En otra ocasión hablaré de esa trilogía que tuvo un éxito fuera y dentro de la pantalla nada despreciable).

Una de las virtudes (y tiene muchas) de la película sueca Let the Right One In (Låt den rätte komma in), es la excelente, a mi modo de ver, fotografía donde ningún plano sobra, entretejiendo lo claro-oscuro y el color de una manera admirable y regalándonos unos efectos especiales muy notables. La luz, y la falta de la misma, tiene sentido en cada plano, en cada secuencia, en cada momento; nada se deja al azar ni es gratuito. Hay primeros planos que son sencillamente de muy buen gusto (la imagen del Monte de Venus de la protagonista, que se detiene magistralmente como de repente, sin dar ocasión a «voyeurs» ocasionales a recrearse en su observante afición, encierra un significado que no quiero desvelar, además, denota cierta delicadeza).

Cada detalle técnico encierra interés, maestría y una implicación en la realización de un trabajo, donde se nota que el director logra cerrar un circulo desde una propuesta clásica: hay un planteamiento, un nudo y un desenlace. La banda sonora es increíble.

Cuando hablé en el anterior post sobre «Bizantium» adelanté lo que ambas películas tenían en común, sobresaliendo ciertamente la película sueca en la descripción de la eternidad como fatalidad. Y es ese destino cruel lo que queda al desnudo sin que quepa ninguna otra consideración. La maldición de la protagonista no estriba en el hecho de ser un vampiro, es el efecto de esa naturaleza sobrehumana la que delimita un destino cruel. Pero no nos engañemos, el destino fatal lo es, aun más, para su sirviente quien se sacrificará de por vida viendo pasar los años en su cuerpo mientras en ella, el motivo cruel y fascinante de sus desvelos, el tiempo se detendrá. La actitud romántica de los jóvenes que lo dejan todo por su «eterna» ¿amante?, propia de la adolescencia, se nos muestra como lo que es: la negación del yo.  

Aquí no hay amores reencarnados (recordemos "Drácula, de Bram Stoker"); hay amor encarnado en dos personajes que aparentemente no tienen nada en común pero que durante el transcurso de la historia, y al final, convergen en ese personaje, el fiel sirviente, que nada tiene de secundario. En esta cinta se nos muestra con toda crudeza como se las tiene que ingeniar el metódico lacayo para alimentar a ese monstruo con forma de niña.

La relación entre el joven humano y la aparentemente joven (pero con muchas décadas de existencia a sus espaldas) se nos ofrece en su comienzo como fascinante, con la inocencia propia de quienes sin conocerse se sienten atraídos de forma irremediable; las escenas del cortejo, de las primeras citas son realmente encantadoras, incluso evocadoramente familiares.

Hay mucho más en la película; el llamado "buylling" que padece nuestro joven protagonista es veraz, no se deja nada en el tintero. Tal vez cierto estereotipo en el matón de turno nos resulte muy evidente, hasta tópico.

No quiero desvelar más detalles pero no puedo evitar dejar de mencionar la delicadeza de los pies descalzos de nuestra protagonista y el arte de la seducción de la eterna fémina.

Es una película que no permite interrupciones, distracciones o huidas en forma de sopor hecho ligera siesta o cabezada ocasional (miserere mei). La única pega que le veo es el «remake» que hicieron los norteamericanos, «Let me in», que no hace honor a la original a pesar de una Chlöe Grace Moretz en estado de gracia.


13 mayo 2014

Bizantium

Un par de veces tracé unas líneas sobre esta película, pero no ha sido hasta que he visto "Cuento de Invierno" con lágrimas aún en los ojos, que me he decidido a escribir sobre una película original y que habla, entre otras cosas, de la fatalidad de la inmortalidad. Me refiero a "Bizantium", protagonizada por Gemma Arteton y Saoirse Ronan.

Ya se estrenó hace unos meses en España esta película que versa sobre uno de los temas más recurrentes del séptimo arte, el del vampirismo. Es una historia diferente de vampiros bien planteada con un desarrollo que mantiene el interés y la tensión. No deja indiferente la excelente puesta en escena de cierto ambiente que llega a ser asfixiante, pero tierno al mismo tiempo.

La diferencia de otras cintas está en que son las protagonistas dos mujeres vampiro, madre e hija, aunque no lo aparenten. La más joven, Sarnoise Ronan, se mantiene ajena por voluntad de su madre, Gemma Artenton, de lo sórdido de los trabajos que de noche ésta hace para mantener a su vástaga, al mismo tiempo que la defiende de los vampiros, llamémoslos patriarcales, que consideran una abominación a ambas mujeres. El rol protector maternal no se nos ofrece como un mero instinto animal, sino que tiene la excelencia de ser una actitud moral. El personaje que interpreta la Artenton asume, sin dudas ni vacilaciones, un compromiso indestructible hacia su hija. ¿No hay mayor prueba de amor y de moralidad en los propios sacrificios (siendo el mayor de ellos no solo matar a otros por proteger a un amor incomparable), sino estar dispuesta a dar la propia vida por el fruto de sus entrañas?

La Ronan escribe su diario con toda clase de detalles que luego tira al viento para que aquel se lleve esos trozos de existencia, en forma de hojas manuscritas, de su historia al azar y se sepa quienes son. ¿No es otra forma de inmortalidad persistir en forma de diario escrito? ¿No resulta evidente que le parezca liberador a nuestra joven protagonista el hecho de que otros conozcan sobre su maldita existencia? Tal vez así pretenda acelerar poner fin a lo que puede convertirse en eterno si alguien no acaba con ese suceder de días donde el tiempo se para para uno mismo. El mito (hecho realidad) de la eterna juventud es más una carga que un motivo de alegría para nuestra heroína.

Lo mágico no podía faltar en la propuesta, un tanto poética, del director Neil Jordan quien ha dirigido entre otras "Entrevista con el Vampiro" y la (para mi) excelente "Ondine". Así la fuente donde estos seres abandonan su naturaleza humana se encuentra en una cueva en lo alto de un acantilado cuyas aguas se tiñen de rojo cuando se produce el feliz desenlace para quienes la muerte, en forma generalmente de enfermedad, les acecha y acuden allí a vender su alma al diablo o al mismísimo Dios creador para obtener la ansiada vida, la vida eterna.

Lo poético está en el título (
en la película es un hotel abandonado), llamado "Bizantium". Dicho hotel se convierte en un refugio - lo que muy bien los ingleses definen con la palabra "sanctuary"-.

Bizancio, luego Constantinopla, antes "Nueva Roma" y actualmente Estambul, fue durante un milenio un freno al expansionismo musulmán hacia Europa, un refugio helénico donde sus propios habitantes aun se llamaban a si mismos romanos.

Lo original de la propuesta es que ese mundo de tinieblas, y de eterno deambular por la Historia, está solo restringido a los varones, de ahí que las protagonistas sean perseguidas para ser exterminadas por una sociedad secreta de vampiros. La mujer vampiro es una abominación a modo de muchas sociedades que en nuestra actualidad tratan al género femenino como meros recipientes seminales, animales de carga, objetos de cambio, mutilación y degradación, equiparando a la mujer a un mero animal como pueda serlo un perro o una vaca. (Ay dañina multiculturalidad).

Con una cuidada fotografía donde se entrelazan imágenes y escenarios urbanos muy reconocibles, la cinta nos presenta una historia diferente sobre los otrora hijos de la noche. Las interpretaciones del dúo protagonista son más que excelentes, Gemma Arteton y Saoirse Ronan. El argumento es original y el tratamiento de los personajes es creíble. Para mi está a la altura, o casi, de la película sueca Let the Right One In (Låt den rätte komma in), verdadera joya que hay que ver para entender el destino cruel que tiene la inmortalidad. Quien quiera y pueda que las vea. A mi me gustaron mucho, la una y la otra.


10 mayo 2014

Y LO QUE NOS QUEDA
























Como decía Bertrand Russell: «Hablando en general, recibe cariño el que lo da. Pero es inútil intentar darlo de manera calculada, como quien presta dinero con intereses, porque un afecto calculado no es auténtico, y el receptor no lo siente como tal».

Lo que se ve y no se ve

Es estos tiempos de afirmaciones gratuitas, verdades que no lo son, certezas sacadas de frases de tipos como Coelho o cualquier sinvergüenza inmoral, de búsquedas extrañas y compañías absurdas y perniciosas, por ejemplo, afrontar quienes somos, de donde venimos y a donde vamos ha quedado en un segundo plano; preferimos la inmediatez y, con ello, las decisiones meditadas son sustituidas por el contento de las meras apetencias, por la pronta satisfacción de lo inmediato.

Hay quien no se marca un camino en el que planificar, persistir, continuar, corregir el rumbo si se tercia. Se ha asociado el conflicto al fracaso y el fracaso con la anulación del sujeto, de uno mismo. Triunfar ha quedado para algunos relegado a tener un 4G, ascender laboralmente a costa de los demás, rematar un ligoteo, viajar (aunque sea encerrándose en una habitación de Hotel), estar alienados en actitud casi autista en cualquier antro, disco, After Hour, Rave o macro-concierto al uso, a acumular amistades, seguidores, adeptos, etc., en la asociación de vecinos, el sindicato, la agrupación política local, la iglesia, en el mundo matrix (Instagram, Whatsapp, Facebook, Line, Telegram, Twitter, etc...), en vestir a la moda (aunque solo nos podamos permitir adquirir un complemento), leer el mismo libro insulso que lee todo el mundo, estar en el topten del juego de moda o en ser portada de lo que sea.

Seguro que hay otras formas en las que sentirse feliz en este estado de despropósitos donde las palabras pierden su significado y donde los hechos responden, salvo excepciones, a respuestas de pulsiones, estímulos y sensaciones que solapan muchas veces realidades más duras que duele asumir y trabajarlas; así hemos sustituido a Freud por Swami Gurú Devanand, o dicho más claramente, a la psicología por el yoga y al diván del psiquiatra por los paseos autistas con el primer bellaco o baboso que hace como que nos escucha (corriendo el peligro que luego le paguemos la cena, las copas y los vicios).

Siempre son los mismos los que están a merced de vampiros emocionales, de maltratadores, gigolós del tres al cuarto, sinvergüenzas y encantadores de serpientes. Los niños, los enfermos, las personas mayores, quienes han tenido una pérdida, los que sufren, las personas desestructuradas, quienes tienen la auto-estima equivocada, los adeptos al «new age», quienes necesitan tener fe en algo, etc., son quienes desgraciadamente sufren los efectos perniciosos de granujas y personajes negativos.

Hemos relegado la inteligencia al lugar que antaño ocupaba la fantasía; somos niños que andan perdidos y se aferran a la primera mano, supuestamente adulta, que nos tienden. Hemos prescindido de las estructuras y en su lugar el Caos reina a sus anchas. Incluso hemos puesto nuestras enfermedades en manos de yoguis, holísticos, terapeutas sin licenciatura ni formación académica o granujas enciende-resinas y sopla-velas. Así nos va.

Lo que nos queda, pues, es nuestra infelicidad que pensamos que se esfumará encendiendo una varita de incienso.

Lo que somos y quienes no somos

Cualquier actitud moral ha quedado relegada por el individualismo. La ética ha sido sustituida por la estética y por el utilitarismo. Utilizamos a los demás y así nos dejamos utilizar; es el juego perverso. Ni siquiera la gente miente para evitar un mal mayor o ahorrar un daño a alguien. Si mentimos es para salir airosos, ganar a costa de otros; hemos llegado a creernos nuestras ensimismadas mentiras.

La literatura y el cine, a veces, nos han advertido en donde estamos y hacia donde vamos; me viene a la memoria el film «Los sustitutos» donde el solipsismo, la negación y la deslealtad eran los efectos de una realidad feliz y aséptica de copias que nos protegían de ser quienes somos.

Si el alma nos duele el yoga no sirve para nada, ni el alcohol, ni el «Candy Crush" ni la soledad acompañada. ¿Lo que nos queda es un ejército de personas sin rumbo, de infelices y de adictos? ¿Todo son sombras, apariencias y engaños finos o burdas mentiras?

 -No. Aún queda gente que vale la pena, por supuesto.

Acabamos con Bertrand Russell: 

«Hay ciertas cosas que son indispensables para la felicidad de la mayoría de las personas, pero se trata de cosas simples: comida y cobijo, salud, amor, un trabajo satisfactorio y el respeto de los allegados. Para algunas personas también es imprescindible tener hijos.

Cuando faltan estas cosas, solo las personas excepcionales pueden alcanzar la felicidad; pero si se tienen o se pueden obtener mediante un esfuerzo bien dirigido, el que sigue siendo desgraciado es porque padece algún desajuste psicológico que, si es muy grave, puede requerir los servicios de un psiquiatra, pero que en los casos normales puede curarse el propio paciente, con tal  que aborde la cuestión de la manera correcta.»








08 mayo 2014

Jack and Diane






"Gray no está seguro si quiere hacer un romance tintado de fantasía o un festival sangriento hiper-sexualizado (termina por no hacer ninguno de los dos)" 


Mark Olsen: Los Angeles Times


He de confesar que a mí si que me gustó esta película que trata de dos de los temas más socorridos del cine: el amor y la licantropía.

La historia no es nada novedosa: una chica dulce, tímida, que parece que acaba de salir de una casita de muñecas conoce a una chica malota, con pinta de dura, ruda. A partir de ahí cualquier parecido con la realidad puede ser una mera coincidencia o una mera concesión a los sentidos. 

La película sigue, a mi modo de ver, la estela de otras películas que han descrito el despertar sexual con resultados dispares (recordemos, al azar, «El lago azul», «El último tango en París»  o «Belle Epoque»). La originalidad de la película estriba en que el foco de esta aparente sencilla historia de amor entre dos jóvenes tiene una complicación que marcará el destino del romance; una de las protagonistas despierta a la bestia que lleva dentro cuando siente el latido de la sexualidad, del deseo carnal. La opción de la joven no será otro que esconder su secreto y huir, no solo en un sentido metafórico.

Una de las grandezas de la película es la casi nula concesión a lo explícito cuando surge la bestia, dejando en manos del espectador la elección entre el interés por recorrer cada milímetro en cada fotograma cuando la loba se anuncia para, así, tener esa imagen distorsionada que tenemos de nosotros mismos y de los demás o, por contra, dejarnos caer en manos de lo onírico para intentar comprender que es lo que tenemos a la vista y que, con dispar fortuna, procesamos en nuestro interior. Ese querer y no poder, en contra de lo que parezca, tiene consecuencias, y a más de uno le dejará con un amargo sabor de boca si esperaba ver una mujer-lobo al modo en que las películas del género caracteriza a estos míticos seres.

Parecida reflexión podríamos hacer si alguien espera ver a la Schneider (quien no fingió las lágrimas cuando fue sodomizada por Brando y que, a la postre, acabó en un psiquiátrico) y al canalla de Marlon Brandon usando mantequilla como lubricante para satisfacer sus apetitos, su instinto más básico: la dominación sin contemplaciones, sin guiones ni dictados, vejando a una incipiente actriz apasionada.

La historia de ambas jóvenes (Riley Keogh en el papel de Jack y Juno Temple en el papel de Diane), por contra, tiene sus fases bien delimitadas no saliéndose del guión de lo que todos ya sabemos. Es en la simpleza, y en cierto tacto o pudor, donde toda la crudeza y la dureza de una historia que prometía ser anodina encuentra un clímax de una carga emocional tal que golpea cada uno de los resortes de una relación que empieza y no se sabe cuando ni como va a acabar. El descubrimiento del alter ego, de Hyde, del animal que lleva dentro una de las novias con todas las consecuencias fruto de sus actos irracionales, animales, es lo que proporciona, también, dramatismo a la cinta. La caracterización de las dos amantes es sencillamente impecable, otorgando un punto de realismo notable a unos personajes que nos resultan cercanos y compresibles. 

Quienes piensen que esta cinta versa sobre el amor ingenuo, llorón y adolescente van errados. Tampoco se nos describe las corredurías de unas jovenzuelas en edad de merecer a lo "belle epoque"

La madurez de la propuesta del film se entiende al final cuando todo lo que acaece desde el planteamiento se anuda de tal manera que lo sensato, lo racional, se sobrepone a la oscuridad que los sentimientos, a veces, tienen para nosotros mismos y los demás. 

Aunque el lobo es fiero... el ser humano lo es más.







05 mayo 2014

Hacia alta mar



Percepción  del vídeo "Hacia alta mar" de Arturo Villarrubia en homenaje a las fotografías de Sam Hood. Con música de David Bazo.



el mar escucha como un sordo

es insensible como un dios

y sobrevive a los sobrevivientes

(Mario Benedetti)




La mar es gris o azul, tenue o henchida de avispas blancas, cruzada de costa a costa por la valentía de botines, de corsarios de novelas, de Nautilus que preconizan nuevos mundos, de gentes en pos del destino siguiendo la fortuna o la esperanza de una nueva vida. 

El mar es un acantilado sin límites, un precipicio de colores, de salitre, de esponjas, de corales, de arenas, de peces voladores y de faros que lo circundan.

Valientes marineros de tez oscura, de marcas de navajas en sus rostros y de miradas que se pierden en los horizontes insondables, se aprestan a conseguir la plata que se escurre entre sus manos laceradas de sal y sol.

La ultramar sin fronteras, sin límites, se traga como un dios a sus hijos mortales que dan aliento a las olas que los engulle para después dejarlos en buen puerto. 

En alta mar, sin más bandera que los brazos de las sirenas que invitan, a quien se presta a escucharlas, los hijos de los hombres se funden con el firmamento, sintiendo el abordaje de las olas, recibiendo de oro los frutos o llenando sus redes de nada. 

Se alejan flotando las casas con proa. Sus resignados moradores se visten de algas, de espuma, danzando a merced de los vientos sintiéndose libres tras cruzar el faro, mientras, yace en alta mar el sonido de las olas.

03 mayo 2014

El Ángel Caído


La fuente del Ángel Caído (Fotografía de Arturo Villarrubia)


Bailaba lento, de puntillas,
en lo alto donde los ojos
fijaban las miradas.

Un suspiro expectantes exhalaban  
un hálito en el aliento, un deseo;
la aspiración en cada equilibrio.

Él miraba desde arriba 
frunciendo el ceño.

Dio un mal paso y del cable resbaló.

Caía igual que un ángel 
a quien Dios cortó las alas.

Sin brazos que le asieran,
se escurrió a los infiernos.


02 mayo 2014

Jugando con el tiempo





(Percepción de la "La Máquina del Tiempo" de H. G. Wells con las melodías de "La Máquina del Tiempo" de David Bazo y las imágenes de la película "La Máquina del Tiempo" de 1960 y su "remake" de 2002.)


Un buen anfitrión no hace esperar a sus invitados, por más que la puntualidad es una mera cuestión de tiempo y éste sea, en aparencia, inamovible; se sucede a si mismo, avanza sin solución de volver atrás. Tan solo la osadía de querer corregir el rumbo nos delata ante la paradoja del destino que estuvo escrito. Solo los sueños nos empujan al futuro y las tragedias nos transportan al pasado sin solución posible para deshacer los nudos. El tiempo sana, o la distancia; el presente es enfermizo o lo somos nosotros en nuestra mortalidad; el futuro es aquel que los hijos de los hombres hayan planeado. Nuestra herencia es una inscripción con el nombre de un antepasado o un reloj de bolsillo que nos fue dado por un recuerdo que se desvanece conforme pasa el tiempo.

Me deshice de las ataduras, del recuerdo que colgaba ante mis ojos por mucho que quisiera asirlo entre mis manos, del subjetivo confort y de la comodidad del hogar. Una sucesión de momentos pasaban ante mis ojos, hasta el mismo maniquí impertérrito mudaba en temporadas que se superponían ante mis ojos. La noche y el día se difuminaban sin poder mirar lo que atrás dejaba. La curiosidad hizo que parara y, como un dios ajeno, caminara por el futuro que tus ojos no podrán ver. Me dispuse a andar expectante de lo que el mañana me ofrecía, observando a las gentes que deambulaban y, oteando en el cielo abierto los ingenios que volaban hasta alejarse más allá de las estrellas, decidí volver a la máquina y fundirme en ella en un viaje hacia lo desconocido esperando comprender el sentido de nuestras vidas.

Al final del solitario camino busqué la compañía de otros seres deseando compartir lo que vi. La corriente nos lleva lejos, y mientras ellos miraban el fatal destino, me lancé al mar en un claro acto de humanidad. ¿Es el amor al prójimo lo que nos empuja a sortear los peligros o es nuestra naturaleza consciente la que nos lleva a salvar a quién está a merced de su suerte?

Ajenos al bosque placían alegremente sin estar encadenados al trabajo. Era un hermoso final para una Historia repleta de luchas, guerras y sufrimientos vanos.

Las mariposas revoloteaban, mientras, asía al naufrago entres mis brazos y lo cubrí con mis vestiduras, para protegerlo del frío aliento del abismo que entumecía sus sentidos. Una mirada de compasión se cruzó con el agradecimiento y la sorpresa de quien sin pedirlo se sentía a salvo.

A lo lejos la sala estaba dispuesta, entre ruinas, al festín, pero comprendí que nada era gratuito. El mismo hijo del hombre que disponía la ambrosía en los paladares, no hacía más que preparar el banquete a costa de sus hermanos. Caía la noche y un manto de sirenas llamaba al averno a las felices mariposas, que volaban para ser devoradas por ojos de estrellas que temían al Sol, y se escondían en un firmamento donde colgaba la luna rota que la ciencia, y el progreso, habían difuminado buscando enriquecer el alma olvidada de los mortales.

http://www.reverbnation.com/davidbazo/song/13059564










01 mayo 2014

A BIRD OF THE AIR



las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.
Eclesiastés 10





A BIRD OF THE AIR

Esta es de las pocas películas que aún me hacen sonreír mucho tiempo después de haberla visto.

Basada en la novela «The Loop» de Joe Coomer, la vida ordenada y sin sorpresas de un trabajador solitario del turno de noche en una patrulla de "Asistencia en Carretera", toma un rumbo inesperado, con «leit motiv» incluido, al aparecer un verde loro en el remolque donde vive. El loro repite palabras y frases, siendo su frase «auto-afirmadora» más elocuente "I'm an Eagle".
 

Con la ayuda de una bibliotecaria extrovertida nuestro taciturno protagonista emprende la búsqueda de los orígenes del loro verde parlanchín. La aventura no siempre llevará donde los protagonistas preven y quieren, pero ese viaje les hará encontrarse a ellos mismos.

La película explota ciertos tópicos como el del chico difícil y la chica sociable que se embarcan en el conocimiento propio y del otro; el loro, y la búsqueda de su dueño, es un mcguffin verde, charlatán y con alas. Pero la originalidad del planteamiento (la aparición del loro verde desde el aire, volando, en el remolque donde habita un atormentado hombre) y las situaciones cómicas que provoca aquel y la inusual aventura en que se embarcan los protagonistas, nos va descubriendo una historia veraz con personajes muy creíbles
que sienten, por ejemplo, la decepción que supone el conocimiento real del otro contrariamente a la imagen ideal -romántica- que de aquel se tenía.
 
Tal vez la sencillez y la naturalidad del desarrollo de la historia y sus protagonistas (como contraposición al caotismo y las complejidades auto impuestas de nuestro mundo real) sean tan evidentes que se huele, se percibe un "deseado" y "deseable" happy end, al emprender -y comprender-  los personajes
un proyecto en común que parte del afán de un conocimiento inusual (de donde viene el loro, quien es su dueño). Mejor véanla si la encuentran.

A destacar el desparpajo del loro verde, la simpatía
natural y la inteligente naturalidad de Rachel Nichols, la sobriedad de Jackson Hurst y el ritmo ameno de una historia que hace sonreír. (Sin olvidarnos del perro de la protagonista, quien también tiene sus momentos de gloria).

30 abril 2014

La felicidad según mi sobrina




Aun no ha hecho un mes y una de las cosas que me llamaron la atención cuando la conocí es la facilidad pasmosa para dormir que tiene la bendita.

A la vista está que, ajena a miradas y fotografías, sus ocupaciones se reducen a lo básico dada su naturaleza de recién nacida, de bebé. Una de sus actividades que más tiempo le ocupa es la de dormir.

No solamente dormir le lleva la mayor parte del tiempo, comer y hacer sus necesidades son otros de sus menesteres. En eso no se diferencia de sus congéneres neo natos quienes, como ella, aun no tienen conciencia de si mismos ni del mundo. La vista apenas la tiene desarrollada, siendo de cerca como parece ser que pueda distinguir alguna cosa. El olfato lo tiene agudizado ya que de esa manera sabe cuando su madre está presta a alimentarle (conocen el olor de sus madres estas pequeñas criaturas) y, tal vez, cierta familiaridad parece ser que tiene a las voces de sus progenitores.

Es lento su crecimiento, cosa que a mi hermana le preocupa (yo en su lugar también lo estaría), pero poco a poco va ganando unos gramos y creciendo unos pequeños centímetros. Las madres sois madres y el vínculo, con las sensaciones y sentimientos hacia vuestros retoños, dicen, que es muy especial.

Con ella ya son cuatro los hijos de mis tres hermanas. Cuatro eramos los hermanos hasta que llegó la madre de la feliz dormilona que vemos en la foto: Los Cinco, como los famosos personajes, ay, de Enid Blyton.

La pequeñaja es ajena al Mundo. Lo más parecido al Mundo son los pechos de su madre que la alimentan y los cuidados, arrumacos y demás que sus padres le dispensan. Ha tenido la suerte de tener los padres que tiene, mi hermana y mi cuñado.

Siento que la niña es feliz y no tenía otra manera de definir su felicidad que con una imagen que vale más que mil palabras.





25 abril 2014

Beatus ille...




Una de las muchas consecuencias que ha tenido la proliferación de recetas para conseguir la felicidad ha sido la alienación (no consciente y no aceptada por quien está alienado), el solipsismo (entendido en el sentido del personaje de  “La Vida es sueño”, Segismundo, quien encerrado toda su vida en una torre desde que nació se pregunta si es un sueño el mundo exterior que observa desde una ventana), como también, y esto ya es más “grave”, cierto narcisismo donde el mundo exterior satisface nuestras necesidades. Y, por último, el Caos en los diferentes órdenes de nuestras vidas (entendiendo el Caos como el comportamiento en el que se pasa de la estabilidad a la inestabilidad y viceversa).

Antes tendremos que ponernos  de acuerdo en definir la felicidad ya que que a lo largo de la Historia el concepto de felicidad no es unívoco y muchas son las clases de felicidad que existen. Para ello, y haciendo un ejercicio de amplitud de miras -y redundante-  por mi parte, adoptaré como “búsqueda de la felicidad” la propia definición de felicidad y, al mismo tiempo, concluiré que en el devenir de nuestras vidas esa búsqueda constante tiene, en momentos concretos, su recompensa no solamente “psicológicamente” sino también en lo “material”. (Ejemplos: “mi trabajo me hace feliz”, “soy muy feliz contigo” “mi coche me hace feliz”).

En el mundo que nos ha tocado vivir tengo la sensación que estamos en un gran bufete libre (es curioso que la libertad en el bufete se da previo pago), excepto en sociedades no avanzadas como lo es la nuestra. El gran bufete que tenemos a nuestra disposición abarca cualquier tipo de necesidad y apetencia que tengamos. Así, por ejemplo, previo pago de una entrada podemos ver una película en pantalla grande incluso amenizarla con cualquier alimento, preferentemente, palomitas de maíz y chocolatinas o, previo pago de la conexión a Internet (incluso si la pirateamos del vecino), podemos bajarnos pelis a mogollón. Incluso el pago de impuestos, tasas y otros gravámenes nos abre las puertas de exposiciones, obras de teatro, conciertos, etc., en recintos públicos como las llamadas Casas de Cultura.

Un mundo rico en objetos tangibles, colores, formas, sensaciones publicitadas, new age a tutiplén, servicios variopintos, hedonismo y yoga, entre otros, nos arranca la sonrisa “feliz” o la mueca dependiendo de lo que cueste disfrutar u obtener el gozo de nuestras alegrías o nuestras tristezas (es curioso como el ser humano, en su simpleza, siente “depresión post-vacacional” o “depresión post-parto” entre otra serie de situaciones que tocan el alma o el bolsillo).

En este mundo de neón, de Internet, de frases geniales, de publicidad, el sujeto operativo deviene en objeto como ocurre, por ejemplo, con ciertos (estereo)tipos de mujeres que son reclamos publicitarios. La cosificación de la persona no acaba ahí, a nadie se le escapa las perversiones no consentidas de las que son objeto algunas personas (enfermos mentales, niños, etc.,) y animales (estos últimos no tienen la capacidad de consentir).

Nadie repara en el entorno ni el contorno. Parece ser que “todo vale” o “nada vale tanto como la propia felicidad”. Tal vez me esté adelantando. Vamos a centrarnos en la alienación sin que tengamos que recurrir a Eric Frohm.

La alienación es la situación del sujeto, en un sentido amplio, que tiene tanto una pérdida o alteración de los sentidos o de la razón como la pérdida de la identidad. No solamente el marxismo se ocupa de la alienación (la que provoca el sistema capitalista), también la Psicología, entre otras disciplinas, tratan de un fenómeno que existe aunque algunos lo confundan con todo lo contrario; los enajenados es lo que tienen, no son conscientes de su situación y, a veces, en lugar de ponerse en manos de un terapeuta (lo mejor siempre que sea un psicólogo o psiquiatra titulados) se afilian a un partido, secta o sindicato (discutible, llegando en casos concretos a ser pernicioso) o se ponen, tal cual, a hacer yoga, abominable actitud esa, a mi modo de ver, cuando es el alma la que necesita el concurso de un psicólogo y, por contra, uno “tiene la fe y el beneficio de sus obras” que flexionando el tronco, las extremidades, respirando con técnica y oliendo incienso “sus problemas” se van a disipar. Yo, en verdad, afirmo: Si usted tiene dolor vaya a un médico y si el dolor lo tiene en el alma vaya a un psicólogo o a un psiquiatra. O haga, si no le seduce lo anterior, lo que buenamente de usted de sí.

El solipsista es un sujeto para quien el mundo toma carta de naturaleza desde el “Yo”. En la película “Matrix” los sujetos tenían conciencia del Mundo en sus mentes pero resulta que, al mismo tiempo, estaban esclavizados por las máquinas y las inteligencias artificiales.

Prefiero, sin embargo, remarcar ese solipsismo en el que nuestro “Yo” toman del mundo aquello que satisface nuestras necesidades de una manera claramente narcisista. («Toma de mí todo y todavía más» decía la canción). Con esa tesitura desde nuestro “Yo” concebimos el Mundo como un gran cuerno de la abundancia, ensimismados en nosotros mismos, sin reparar que no solamente está en recibir la gloria y los placeres; por contra, cuando damos nos los damos a nosotros mismos. Así nos encontramos que los narcisos y las narcisas tienen conciencia de si mismos, sin embargo, el Mundo -Matrix- que tienen en sus mentes realmente les domina. Alguien diría, pues, que un botijo es más complejo que el ser humano y no le faltaría razón.

Y para cerrar el círculo vicioso de la felicidad-infelicidad tenemos como última -aquí- consecuencia de la búsqueda de la felicidad el Caos. O, mejor dicho, la proliferación de sujetos caóticos.    

No podemos obviar que el Universo es caótico, que la metereología es caótica y que los seres humanos a veces vamos dando tumbos sin ton ni son y, voila, pasamos a orbitar sobre algo que nos estabiliza (o nos estabilizamos orbitando sobre algo). Ejemplos los hay a porrillo, hay quien encuentra la estabilidad formando una familia, hay quien se desestabiliza en su propia familia y, por último, hay quien tiene un comportamiento caótico en su familia. Hay quien encuentra la estabilidad en la Fe o en la Escuela de Frankfurt. Hay quien se desestabiliza leyendo a Kant o escuchando a Los Ramones. Hay quien tiene un comportamiento caótico con respecto a las artes marciales o los poemas de Bécquer.

Conclusión:

En un mundo donde los cambios se producen con una inmediatez pasmosa, donde las tecnologías sustituyen muchas veces a interactuar en vivo y en directo, donde el mercado pletórico sustantiviza objetos y cosifica a los sujetos, a las personas, podemos acabar como los personajes de esa película titulada “Her” o los in-felices aritméticos hedonistas de “La Fuga de Logan”, quienes en su “eterna juventud” (efímera, en realidad) contemplaban complacientes la anulación del sujeto en un espectáculo grandioso (un circo).

Las recetas de lo que nos hace infelices, aunque no queramos admitirlo, son las que el pos-moderno y bobo “new age” nos trajo: el Mundo Feliz que Huxley anticipó. Y es que en la variedad no siempre está el gusto contrariamente a lo que se ha popularizado.

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