Daba
la borrosa noche
cobijo
a las almas
que
deambulan torcidas
asiéndose
con sus hombros
a
otros troncos igual
de doblados
como
un chicle
que
se estira como
pensamientos
que
aburren la
razón
y
alimentan las
emociones
que
nos entierran sin
ataúd
en
un camposanto de
marasmo
y repugnancia,
miran los faros satisfechos
en
su calidad de
goma que
se masca
dulce hasta
que se escupe
con
el desprecio de
la abulia.
Babas, vómito en
el suelo,
gritos de
pavos chicos
que
enseñan su
plumaje
con
un iPhone
en
la mano aburriendo
a
las pavas chicas
sin
abrevadero ni
barra
a
la que asir sus
bolsos
de
mercadillo de
día de
domingo.
Ellas
no
van
a
misa,
ni
ellos
comulgan
al
dios
de
los gentiles.
Tuercen
garabatos en
las aceras
con sus zapatos doblando
con sus zapatos doblando
las
esquinas como
una puerta
giratoria sobre
su eje sin
horizonte
con el solo vértice de las palabras
con el solo vértice de las palabras
que
babean saliva
y
jarabe sin etiqueta.
Son
chicles
que
alargan
las
noches
de
octubre
rondando
en
la nada
sin
nada en
los bolsillos,
con
el buche vacío.
Genial amigo, volviste!!! me alegró ver tu nombre...........besitos
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