Dulce es la despedida
que la noche bendice sin la sombra de Horacio.
No hay Carpe Diem,
no hay ¿amor?,
ni si siquiera hay primavera,
ni indicios, ni la cruda realidad;
un fugaz Carpe Noctem
o puede que un dejavù
o un misterio resuelto que se ahoga
en esa dura realidad que uno da por hecha.
Si no son cantos de sirena
puede que sea la caverna de Platón
la burbuja en que me encierro que me aleja de la luz.
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Diviso desde lo alto de este cerro
el valle que atraviesa un largo río.
Poblado de baladre, almarjo y berro
el llano serpea con garbo y brío.
Confieso agradecido en mi destierro
el poder contemplar este plantío
que a mi ánimo endurece como el hierro
llenando de verdura el lienzo umbrío.
No es vanidad, ni es pretencioso ver
lo bello percibido, lo que existe,
y sentir que me amanta estando ahíto.
Me dejo así llevar sin yo saber
si el frío de la espera aún persiste
y conmemoro siempre el mismo rito.
A F.S.
Gustoso yo te dedico
la redondilla de a diez
que no es de parte ni juez
y nada espero o vindico.
Solamente te la ofrezco,
permítelo agradecido,
por el cariño ofrecido
y sé que en nada merezco
tuyo que yo he recibido
y, por siempre, lo agradezco.
No debimos cruzar el puente
y haber tentado a la suerte
que nos lleva a la desidia,
a la desdicha de perdernos,
de ser sombra de recuerdos,
de ser imagen fija en la retina.
Y así como al nublarse el firmamento
cayó la lluvia del olvido
y al arreciar quedó un momento
estúpido y maldito.
Dicen que tiene memoria la piel
y nunca mis versos olvidan
que no te he encontraba
en la sombra generosa de la noche.
La sombra acompaña
y la luz nos regala hallar lo inesperado,
igual que nace de una partitura
una melodía.
Nada es casual
y es fuente la causalidad
que calma toda sed
o, si seca,
perpetúa el camino del sediento.
Nada es baladí,
todo tiene causa y efecto.
Así confieso que
yo si te quise algún día
solo efecto fue de un triste sueño
o de una miserable pesadilla
con la náyade Aretusa
a orillas del Inopo.
Te aferras a mi néctar deseosa
de que dure lo pretérito en lo eterno deseado
y enganchas
en tus labios el bocado
que tu verbo conjuga amablemente.
Así es tu abecedario,
en pie o de rodillas
devotamente enciendes la vela del sagrario
con hambre en tu boca,
con lanza de barro.
Me sumerjo en la orilla
con mis tobillos mojados
encontrando sapidez
entre olas que yo abrazo.
Yo me encuentro con tu océano
en el fondo de las mares en que nado
y te halla y te pierde el paladar
que cerca tus entrañas con descaro.
El sueño canda mis pesados párpados
con la fuerza enojosa de gravedad tan leve.
El sopor en que duermo yo despierto
me traslada lejísimo de mi.
La bruma me consume del silencio,
con el tercer aliento resucito
acaronado por los brazos de la niebla
que se escampa traidora y sigilosa.
Se apagan mis luceros, se finan ambos soles,
queriendo estar despierto
no me suelta la dulce compañera
y al oasis de los sueños me traslada.
Yazgo allí entre palmeras acostado
escuchando el runrún del manantial
que solitario brolla de las rocas
y llena de vida su balsa impaciente.
A la sombra melosa de los dátiles
entre almíbar de mangüeñas
y el humilde por hermoso limonar
me delata el suspiro con que sueño.
Por la arena del desierto que me amanta
entre dunas que se mueven y transmutan
me abanica la ubérrima palmera
y duermo como solo duerme un santo.
Ya casi te he olvidado si te pienso
Igual que un espejismo que lejano
flota sobre las dunas en lo inmenso
del desierto con cálido solano.
Me recuerdo contigo como un menso
que andaba tras tus pasos, un mengano
cualquiera, un atontado muy propenso
a seguirte lamiéndote la mano.
Pero lo cierto es que era un lazarillo
que andaba siempre al lado de tu sombra,
sin ciego, sin dueño, sin amo, solo.
Contigo nunca anduve. Sin alfombra,
sin vereda, sin senda, sin pasillo,
flotaba en fantasías como un lolo.
Imagen tomada de https://supercurioso.com/caronte/
<<Ojalá lo quiera Dios>>
en mi suena rimbombante
pero en ti lo oigo excitante
cuando lo pronunciáis vos:
con manera tan modesta,
con la cuidada dicción
que sale del corazón
con sonido de celesta.
Es innato a la fe el conocimiento
y de sabios es de reconocer
que creer es el máximo saber
que se esconde detrás del sentimiento,
y con su raciocinio se desmonta
esa sabiduría pretendida
que reniega de forma repetida
que tras vivir la muerte se remonta.
Por mucho que nos tinta con su impronta
y deje la tristeza conocida,
remonta tanto y tanto se remonta
a la sombra que nunca está escondida,
a la umbría que acudirá tan pronta,
a la vela que siempre está encendida
y solemne en la barca que ella guía
nos llevará al través de la sombría.
Detrás de la cortina por dónde yo miraba
estaba mi alma toda perdiéndose enclaustrada.
Andaba yo a tu lado queriéndote en silencio
ansiaba asir tu mano, andaba tan callado
detrás de la esmeralda pared que limitaba
noctívaga a la sombra con su manto lunático.
Contigo paseaba silente sin saber
decirte lo que mucho podría yo añorarte
al tener que ausentarme para siempre de ti.
Me acuerdo cada día solo de ti, de ti.
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