Escucho música en el cercanías
(arribaré a la capital del Turia).
Me encuentro agradecido
con razones y excusas
de sobra
como canta Cariño.
Sobradamente razones y excusas
a pesar de las tristezas,
de quienes se fueron antes,
antes que nadie,
antes de tiempo,
antes de la lluvia,
antes del Sol
de la mañana.
Razones y excusas
que puestas así,
una
encima
de otra,
a todos o nadie
conforma.
Agradecido por el Sol.
A quienes me trajeron la vida sin saberlo
y después se la llevaron.
También a aquellos que me desconocen
igual que yo a ellos.
Las socorridas latas de sardinas,
el agua bendita, los santos bautismos,
las sonrisas
(y las no recibidas),
las lentitudes y las prisas.
Por los caricias tan caras de dar
para quienes, introversos,
buscamos escoger y no escogemos,
y cuando lo hacemos
nos atrapamos en un armadijo.
Es grato ser un bien nacido:
parido en una casa
sin anestesia
sin las batas azules.
Agradecido de los llenos autobuses
pese a quienes siempre meten mano
(me gustan más las guaguas
cuando me siento conmigo mismo).
Agradezco que Dios también es hombre
(varón y mujer es lo mismo
sin ser lo mismo).
Agradecido de la poesía
de
Piedad García-Murga,
Rubén Darío,
Carmina Ral,
Manuel González Prada,
Ana Francisca Abarca de Bolea,
Garcilaso de la Vega,
García Lorca y Virgilio.
De la poesía de...
Agradecido de mi mismo.
¿Por qué no?
De las trastadas
y las buenas obras,
que siendo ambas
no son lo mismo.
Agradecido del pasado,
del presente
y del porvenir (por muchos años).
Agradecido por todo y por nada,
del polvo del camino,
de tan cercana y lejana familia.
Agradecido de mis buenos
(pocos) amigos.
Caminante sin camino
(sin senda ni vereda),
cuando escribo los versos en el metro,
en el bus o en un pasillo.
Agradecido del agua y del vino,
de las (gachas) migas
hechas de harina,
del chocolate, del café
y la paella valenciana,
de la palera y sus chumbos,
de la higuera
(verdales que ricos higos).
Agradecido de todo rechazo,
de los aciertos y los desatinos.
Agradecido
a Santo Tomás de Aquino
y a todas las doctoras que allanan mi camino.
A los lunes y domingos.
De tanto más
que escondo y me olvido,
no recuerdo,
o se hace duro
(se asoma lento el pétreo recuerdo).
Sin nada, estoy agradecido.
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