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09 septiembre 2024

Sin nada, estoy agradecido






Escucho música en el cercanías
(arribaré a la capital del Turia).
Me encuentro agradecido
con razones y excusas 
de sobra 
como canta Cariño.

Sobradamente razones y excusas 
a pesar de las tristezas,
de quienes se fueron antes,
antes que nadie, 
antes de tiempo,
antes de la lluvia,
antes del Sol 
de la mañana.

Razones y excusas 
que puestas así,
una
encima 
de otra,
a todos o nadie
conforma.

Agradecido por el Sol.

A quienes me trajeron la vida sin saberlo 
y después se la llevaron.
También a aquellos que me desconocen
igual que yo a ellos.

Las socorridas latas de sardinas,
el agua bendita, los santos bautismos,
las sonrisas 
(y las no recibidas),
las lentitudes y las prisas.

Por los caricias tan caras de dar
para quienes, introversos,
buscamos escoger y no escogemos,
y cuando lo hacemos 
nos atrapamos en un armadijo.

Es grato ser un bien nacido:
parido en una casa
sin anestesia 
sin las batas azules.

Agradecido de los llenos autobuses 
pese a quienes siempre meten mano
(me gustan más las guaguas
cuando me siento conmigo mismo).

Agradezco que Dios también es hombre 
(varón y mujer es lo mismo 
sin ser lo mismo).

Agradecido de la poesía 
de 
Piedad García-Murga,
Rubén Darío,
Carmina Ral,
Manuel González Prada,
Ana Francisca Abarca de Bolea,
Garcilaso de la Vega,
García Lorca y Virgilio.

De la poesía de...

Agradecido de mi mismo.
¿Por qué no?

De las trastadas
y las buenas obras,
que siendo ambas
no son lo mismo.

Agradecido del pasado,
del presente
y del porvenir (por muchos años).

Agradecido por todo y por nada,
del polvo del camino,
de tan cercana y lejana familia.

Agradecido de mis buenos
(pocos) amigos.

Caminante sin camino
(sin senda ni vereda),
cuando escribo los versos en el metro,
en el bus o en un pasillo.

Agradecido del agua y del vino,
de las (gachas) migas 
hechas de harina,
del chocolate, del café
y la paella valenciana,
de la palera y sus chumbos,
de la higuera
(verdales que ricos higos).

Agradecido de todo rechazo,
de los aciertos y los desatinos.

Agradecido
a Santo Tomás de Aquino
y a todas las doctoras que allanan mi camino.

A los lunes y domingos.

De tanto más
que escondo y me olvido,
no recuerdo,
o se hace duro 
(se asoma lento el pétreo recuerdo).

Sin nada, estoy agradecido.




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