nunca esperé de ti la primavera.
Sin querer extendiste los jardines
con espinosos rosales y hermosos limoneros.
Me embelesó tu porte elegante
tu bondad y tu sonrisa,
tu independencia arrogante,
el aire de artista maldita,
la inteligencia tan fina
y ese fresco olor del heno
que destila al moverse tu cabello
al danzar con la brisa.
Yo de ti disfruté como una mariposa
al danzar con la brisa.
Yo de ti disfruté como una mariposa
que se posa en la flor.
Nunca nada pedí,
con querer me bastaba
sin escudo y sin lanza,
sin pesada armadura,
ligero como un colibrí.
Sin ilusión, sin esperanza,
todo lo recibí de ti,
incluso el desinterés.
Nunca nada pedí,
con querer me bastaba
sin escudo y sin lanza,
sin pesada armadura,
ligero como un colibrí.
Sin ilusión, sin esperanza,
todo lo recibí de ti,
incluso el desinterés.
¿Acaso importa el aire
que entró por la ventana
o la fina arena llevada por el viento
golpeando los cuerpos?
¿O el bautismo de la lluvia,
o la luz que regaló la luna
al mantel que extendió la larga sombra?
Todo me encadenaba a ti
pero este sentimiento es un peso
para ti,
golpeando los cuerpos?
¿O el bautismo de la lluvia,
o la luz que regaló la luna
al mantel que extendió la larga sombra?
Todo me encadenaba a ti
pero este sentimiento es un peso
para ti,
y es por eso, querida,
que debo librarte de este nudo,
del pozo, del hoyo,
de esta cárcel con los barrotes,
de tantos homenajes que nunca me pediste.
No te debo exigir
que debo librarte de este nudo,
del pozo, del hoyo,
de esta cárcel con los barrotes,
de tantos homenajes que nunca me pediste.
No te debo exigir
y no te exijo,
no te puedo pedir
no te puedo pedir
y no te pido,
ni siquiera esperar,
ni siquiera esperar,
nunca te espero,
tampoco te puedo soñar
tampoco te puedo soñar
y no te sueño.
Simplemente,
Simplemente,
no debo.
Yo me siento a anudar
lo que siempre he deshecho.

No hay comentarios:
Publicar un comentario