Al lado del lago sumido
en pensamientos
íntimos, distantes,
acorazado del ritmo
que golpea un silencio
absorto, introvertido y ausente.
Sin esperar nada,
sin recibir todo,
silente, converso
conmigo mismo
ajeno a las ajenas voces.
Y mientras absorbo la gélida
brisa vespertina, su frío eco
me lleva a la noche
que acuna miles de estrellas flotando escondidas,
tan recónditas, tras el azul manto
que cae impaciente ante mis ojos.
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